De mis compañeros Oscar Ruz es al que llegué a sentir más cercano. Hicimos algunos trabajos juntos y nos reuníamos en el departamento de sus padres, en las Torres San Borja. Conocí a su madre, a su padre, a sus hermanas. Si no recuerdo mal, tenía solamente un hermano, Martín.
Me contó que se enamoró de una niña, ¿Gloria, Patricia?, pero ella no se enamoró y dio término al romance. Pena de amor.
Un día de 1974 de regreso de la escuela, de pie los dos en una micro, le confidencié que me casaba. “No te cases” me dijo serio. Me casé en mayo de ése mismo año.
Nos encontramos al cabo de 5 años en una salita del departamento de Luz Gómez, en Ñuñoa, ambos estábamos realizando el seminario de titulación. Me contó que vivía en Rancagua, que se había casado, se veía muy bien, se notaba feliz.
Hablamos por teléfono en dos oportunidades. En la última conversación me dijo que le iba muy bien y que estaba proyectando moteles en Rancagua. Saberlo me chocó, en ése momento consideré que era un trabajo degradante. Hoy ya no pienso igual y me arrepiento de haberme molestado con él.
Noe encontramos nuevamente por casualidad en la tienda Hush Puppies de Cerrillos. ¿Qué año? Debió ser 1989 ó 1990. Estaba acompañado de Rebeca, su esposa. Al conversar noté que le costaba modular las palabras. Le pregunté qué le pasaba. “No sé - me dijo - tengo que hacerme unos exámenes”. “No se toma los remedios” - agregó Rebeca.
Al poco tiempo llamé para saber de él. Estaba en estado de coma en el hospital. Fui a verlo, estaba muy mal. Le hablé pero yo tenía el convencimiento que él no escuchaba.
Lo visité después en su casa. Conocí a sus dos niños. Había perdido la movilidad del cuerpo y permanecía en una cama especial. Además tenía serias dificultades para expresarse, se le entendía muy poco. Era el año 1991, me preguntó por mi padre. Murió, le dije y Oscar lloró.
Oscar tenía 42 años cuando enfermó. Hace tres días supe por Patricio Eva que había fallecido.
Supongo que nunca entenderé el por qué y para qué enfermó tan gravemente.
Me dolió mucho verlo tan enfermo, tan privado de sus capacidades. Tal vez fue la razón por la que no regresé más a verlo.
Estas palabras me nacen para que todos los que fuimos sus compañeros y amigos, lo recordemos. Oscar, amigo, te recordamos y queremos siempre.
